3.1 Las dificultades de la salida de Goa


Estrecho de Hormuz

Luego, pasados tres ó quatro dias que las naues llegaron á la India, se supo por cartas que vinieron de Ormuz, de la guerra que el rey de Persia hazia en aquel reyno, auiendo entrado en la isla de Queyxome y saqueado los vezinos della el gouernador de Lara, y después sitiado la fortaleza de Comoran. Esta fuerza, aunque era muy flaca, pues su fábrica solo era de unas débiles paredes de tapias sin foso ni terrapleno, todavía era de grande inportancia, ansi para recoger las cáfilas que venian ó iuan de Persia á Ormuz, como por facilitar el paso y poder lleuar siguramente en qualquiera tienpo de tierra firme todo genero de mantenimientos, particularmente agua, careciendo de todo esto la isla de Ormuz, de la qual está algo mas de tres leguas.
La isla de Queyxome, por estar tanbien tan vezina daua la mesma comodidad, de manera que faltando estas dos cosas tan esenciales parecia que la propia ciudad de Ormuz padecía en efecto las descomodidades de sitiada.

Ansi la nueua desta guerra como el poco gusto de los ministros de Su Magestad en la India, de que el Enbaxador hiziese la enbaxada á Persia, dio ocasión para que en su despacho se pusiesen, como se pusieron, después, tantas dificultades.Porque bien que el Virrey, que entonces era Don Gerónimo de Azeuedo, prometió luego al Enbaxador de proueerle de todo lo necesario para se poder enbarcar á Ormuz por la moncion de Febrero, después no lo cunplió ni dexó orden al arzobispo de Goa, que quedó en su lugar quando se enbarcó para Zurrate, que lo hiziese.

Y aunque el Enbaxador cuando llegó á Goa venia con tan poca salud que muchos dias estuuo desconfiado della en el colegio de Sancto Thomas, á donde desenbarcó y se estuuo curando, después que tuuo alguna mejoría procuró y hizo grande istancia con el Virrey, que se aprestaua á su jornada, para que con toda la armada que tenia fuese en aquella ocasión á Ormuz, pues ninguna se le offrecia de presente en la India, á donde con tanto seruicio de Su Magestad podia enplear las fuerzas de aquella gruesa armada que entonces tenia junta.
Gastóse todo el mes de Novienbre y hasta veinte y siete de Dizienbre, que se enbarcó, en apercebirse, aunque bien claro se echaua de uer que el detenerse tanto era solo por gastar el tienpo hasta que los ingleses se fuesen, lo qual después no solo no le aprouechó, pero le fue causa de recibir tan vergonzosa afrenta qual jamas á nadie en ningún tienpo en semejante caso le pudo suceder.
En estos dias, el Enbaxador, que ya auia cobrado salud, boluio á inportunarle las vezes que se uio con él y por medio de algunos capitanes viejos que se auian de enbarcar en la mesma armada, para que no haziendo caso de las ñaues de Inglaterra que estauan en Zúrrate, pues no venian como enemigos, sino á contratar en aquel puerto, pasase á Ormuz personalmente en defensa de aquel reyno, siendo la cosa de mas reputación, calidad y prouecho que auia en la India, dándole para esto muchas razones que no es bien bayan en esta relación.
Halló el Enbaxador al Virrey, sienpre que le habló en esta materia, al parecer perplexo y sin resolucion para nada, diziendo unas vezes que auia de hazer lo que le dezia, y otras que no conuenia alexarse tanto de la India; pero sigun las muestras que daua con la tibieza de aprestarse, se conocia en él querer dar tienpo al tienpo en vano, hasta que se vino sin muchos discursos finalmente á echar de ver de que no era perplexidad ni confusión la suya, sino firme resolución de que los ingleses acabasen de cargar sus naos y se fuesen, para que no hallándolos después paresciese auer cunplido con su jornada.

Esto se conocia con mucha mas euidencia por lleuar la armada desapercebida de todas las cosas esenciales y forzosas que sienpre se preuienen quando se espera llegar á las manos con qualesquiera enemigos, no lleuando sino mucho número de nauios y gente poco pratica y amedrentada en ellos. Auiendo ya desconfiado el Enbaxador de que el Virrey quisiese hazer jornada á Ormuz, le pidió y se le ofreció para ir enbarcado con él en qualquiera caso que se le offreciese, y que hallándose después en Zurrate ó Dio, con tanta parte del viage andado para Ormuz, que desde alli podria despacharlo, pues no obstante la guerra del Bandel convenia mucho al seruicio de Su Magestad hazerse aquella enbaxada que tanto trabaxo y gasto costaua ya.
No pudo acabar nada con él, escusandose con dezirle que aun estaua flaco para enbarcarse, y ansi no quiso lleuarle por testigo del suceso desastrado que después tuuo, temiendo no le obligase á pelear, cosa que él tanto aborrezia

Sin dexar en nadie esperanza alguna de buen suceso, se enbarcó, como ya se a dicho, á 27 de Dizienbre, y no ay para que gastarse aqui el tienpo en escrevir el suceso de su jornada, no tocando á la de la enbaxada cuya es esta relación, y tanbien porque los acaescimientos aduersos y que nos están mal el oyrlos y referirlos, de mejor gana se callan que se publican.

En todo el tienpo que el Virrey se detuuo en la costa del Norte, boluio á hazer el Enbaxador instancia sobre su partida, con el arzobispo, y como atrás se a dicho, se escusó con dezir que el Virrey no le auia dexado orden para ello, acabándose ya con esto de conocer, no por congeturas, sino con euidencias, de quan mal lleuauan los portugueses la venida del Enbaxador á la India y Persia.

Llegó el Virrey por los primeros de Abril de 1615, con la nueua de como se auia perdido el fuerte de Comoran y degolladose la mayor parte de la gente que se entregó á los enemigos, y aunque no se podia ya nauegar á Ormuz por auerse del todo acabado la moncion, de nueuo hizo diligencia el Enbaxador con el Virrey para que luego que pasase el rigor del inuierno, que en la India es por los meses del verano y estio, en que no se puede nauegar, le tuuiese apercebido lo necesario á su jornada, porque de qualquiera manera que estuuiesen las cosas de Persia convenia hazerla, pues no podia tener tan mal suceso en ella como gastar inútilmente el tienpo en la India.
Esta diligencia, aunque muchas vezes se hizo por escrito y de palabra, y se dio cuenta á Su Magestad, ansi por las naues que cada año vienen y van á Portugal, como por correos por tierra, se dilató la estada del Enbaxador en Goa, desde seis de Nouienbre de 1614 hasta 21 de Marzo de 1617, sin poder acabar con el Virrey que le despachase.
Y como todo el expediente y dinero desta enbaxada, no obstante que corría y se auia acordado por el Consejo de Estado, se auia de ejecutar por el Consejo de Portugal y ministros de la India, no tuuieron efecto en todo este tienpo los auisos que á Su Magestad sobre ello se le dieron, como tanpoco lo tuuieron los que ansimesmo se le escriuieron por el Enbaxador y por otras muchas personas sobre la presurosa ruina de aquel Estado.
Y auiendo vltimamente recibido el Enbaxador una carta de Su Magestad á 22 de Octubre de 1616, en que le mandaua precisamente que como la guerra de Persia diera lugar á ello hiziese su jornada, y que para facilitarla mandaua al Virrey le diese todo el despacho necesario en Goa, boluio, aunque muy desconfiado, auiendo conocido su mal animo, á tratar de su enbarcacion, sin poder reduzirlo á ningún medio que para esto se le ofreciese; y entreteniendo y gastando el tienpo, de un dia á otro se pasó el año de 1616.
Y porque con el mesmo engaño y disimulaciones que pudieron vsar con un enemigo de su rey andauan temporizando, dexando pasar en vano los dias del año que auia comenzado de 1617, el Enbaxador resoluio de se enbarcar con lo que el quisiese darle, como tuuiese nauio conpetente para ello, porque pasándose la moncion que comienza á 15 de Febrero y se acaba en fin de Marzo, para salir de Goa, no podia ya aquel año hasta la moncion de Octubre hazer su viage. Auiale prometido muchos meses antes el Virrey un patage bien artillado que el año atrás auia venido de Bengala, y entonces se escuso con dezir que lo auia menester para otra ocasión; lo mesmo hizo de una galera que auiendose comenzado á aprestar porque estaua desarmada, se la negó después de auersela tanbien prometido, poniendo otros inconvenientes.

Al cabo, vistose el Enbaxador por todas vias engañado y que la mayor parte del mes de Marzo se auia pasado, se enbarcó en una naveta de un mercader de Bazain, de menos de dozientas toneladas, sin artilleria ni soldados, con sola la gente de su familia y veinte marineros moros.

(García de Silva y Figueroa "Comentarios", Tomo I, Libro III, Capítulo I, pp. 219 – 223)

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